Hay celebraciones que deberían estar prohibídas. En mi opinión cualquiera que haga sufrir a un animal. No me gusta que tiren cabras desde un campanario, no me gusta que arranquen el cuello a los gallos desde un caballo, no me gusta que torturen y maten a un toro... por poner algunos ejemplos. Creo que el respeto a la vida animal debería ser preponderante en cualquier caso, por muy antigua que sea la tradición. A día de hoy no me tranquiliza, ni me sirve, ese argumento.
Una de esas tradiciones es una fiesta taurina llamada Yáwar fiesta (fiesta de la sangre). Tiene lugar en Perú y hoy en día sobrevive en los departamentos de Apurímac y Ayacucho. En la celebración se representan los abusos del gamonal español hacia los comuneros indígenas y la venganza de estos mismos mediante una simbología donde intervienen un toro, un cóndor andino (Vultur gryphus) y las propias personas. De esta manera, el toro simboliza al gamonal, político español que explotaba a los comuneros peruanos. Éstos, a su vez, están representados por el cóndor, rapaz venerada y protegida por los andinos. En la ceremonia, el cóndor, vengará a los comuneros del símbolo opresor, el toro, que acabará muriendo.
Pero veámos en detalle, cómo se desarrollan todos los preparativos. El toro es capturado, de manera sangrienta, por la mayoría de los hombres de la comunidad. La captura del cóndor es más ceremoniosa, ya que es considerado un animal sagrado. En principio, se deposita un cadáver de oveja en un cráter y se espera a que llegue un cóndor. Este ave es desconfiada y esquiva, lo que puede retrasar la espera durante días. Cuando por fin baja a alimentarse de la carroña, los hombres que esperaban al acecho, lo capturan, ante la imposibilidad del cóndor de alzar el vuelo dentro del cráter, por ser un espacio muy reducido. El pájaro es transportado ceremoniosamente hasta el pueblo en un trayecto donde se le cuida dándole de beber aguardiente (aunque dudo que esto sea cuidarlo) y el día de la fiesta se le ancla al toro mediante unas argollas que previamente han sido cosidas a la piel del astado.
En la ceremonia, el cóndor y el toro salen al ruedo unidos mientras el toro intenta quitarse de encima al pájaro, el cual se defiende lanzando picotazos. Imagino que las caderas del cóndor deben sufrir unos moviminetos que dudo que no le causen un daño, tal vez, irreparable. Años atrás, la ceremonia finalizaba tirándole al toro tacos de dinamita justo debajo del mamífero, haciéndo que el pobre animal se destripara y obviamente muriera. Hoy en día, parece que esa práctica remite.
El cóndor, en todo este proceso corre serie peligro de morir. Si esto ocurriera sería interpretado como una señal de que una desgracia se sobreviene sobre la comunidad, por ello si el ave sale indemne, se libera. Pero, ¿están las poblaciones de estos gigantes alados tan bien conservadas como para soportar este tipo de atrocidades?
Los cóndores andinos tienen una estrategia de vida sumamente conservadora (baja fertilidad, alta longevidad y mortalidad adulta muy reducida), esto hace que sean buenos candidatos para sufrir una mortalidad no natural y la presión en un medio cada vez más humanizado es altamente afixiante para la especie. En un estudio realizado en la frontera de Argentina y Chile se revelan algunas de las amenazas que azotan a las poblaciones de cóndores. Una de ellas es el envenenamiento por plomo debido a la ingesta de cadáveres abatidos por cazadores.
Otra amenaza grave es debida a una característica intrínseca de la especie como es su dimorfismo sexual. El cóndor macho es hasta un 30% más grande que la hembra, lo cual conlleva que haya una segregación de sexos durante la búsqueda de alimento. Mientras que los machos buscan y aprovechan las carroñas situadas en zonas de mayor pendiente, las hembras se ven empujadas a visitar con frecuencia zonas más llanas, como fondos de valle que son ambientes más humanizados, donde el riesgo de accidente o persecución es mayor. Los machos evitan esas zonas llanas porque al ser mucho más grandes y pesados, encuentran muchas dificultades en remontar el vuelo. Esto determina que mientras la proporción de sexos es similar en etapas juveniles, cuando los cóndores alcanzan una edad adulta los machos pueden ser cuatro veces más numerosos que las hembras.
Además, las amenazas clásicas siguen actuando sobre la población de cóndores, el envenenamiento por cebos, la persecución directa, la pérdida de hábitats... hace que solo una gestión del territorio a escala continental otorgue un buen rayo de esperanza a esta especie tan carismática. En todo este marco, una celebración como el Yáwar fiesta no puede beneficiar en nada a las maltrechas poblaciones de estos enormes pájaros protegidos. Por tanto, ¿ustedes qué opinan que habría que hacer con esta tradición?
Esta entrada también puede ser leída en la plataforma científica Hablando de Ciencia, aquí: http://www.hablandodeciencia.com/articulos/2013/06/10/yawar-fiesta-y-la-decadencia-del-condor/
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Se me han puesto los pelos de punta Jesús.
ResponderEliminarDespués del primer párrafo en el que estoy completamente de acuerdo contigo, he seguido leyendo...
Me parece una monstruosidad, crueldad y falta de sensibilidad lo que se les hace a algunos animales en nombre de la fiesta y la tradición.
Encima son poblaciones en peligro :-(( Espero que estas cosas remitan. Y pronto.
Un abrazo!!
¡Totalmente de acuerdo contigo Rosa! Terrible que se maltraten animales y más cuando ya de por sí están amenazados. Hace un rato he leído que ayer le preguntaron a Punset en su programa si todas las especies tenían cerebro y me he quedado pensando que desde luego la humana no. Tradiciones y acciones como la de este post me hacen pensar que es así.
ResponderEliminar¡Gracias por pasarte y por leer!
¡Un beso!