Siento una especial atracción por las rapaces más singulares, aquellas que explotan unos recursos muy poco accesibles para el resto, como el águila culebrera (Circaetus gallicus) o el águila pescadora (Pandion haliaetus). Tal vez sea por reunir la belleza de las aves rapaces y añadir ese plus que les confiere el ser únicas en su comportamiento o enfrentarse a la naturaleza y salir victoriosas a base de jugarse las plumas en cada lance. Son supervivientes ante la adversidad. Allí donde la gran mayoria fracasarían, ellas encuentran su posición. Su hábitat. Difícil e indomable.
Además, lo hacen con una belleza suprema. Cada batir de alas es un alegato a la elegancia. En días difíciles también conviene recordar que la vida puede regalarnos los momentos más bellos. Seguiremos volando libres.
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